Me aferro a mi cuerpo
Como último reducto
permitido.
Me aferro a él, como
fortaleza implacable,
En un intento de beberme
a mi misma.
Palpo mis párpados
callados
Obstinada en atrapar dos
lágrimas
Agarradas a un sueño,
Que se dibujan
cristalinas entre ellos.
Ruedan lentas,
Como pájaro quebrado por
el dolor.
Intuyo que no las podré
retener.
Me aferro a mi cuerpo
Con la creencia de
carecer de sitios de ternura y llantos.
Tantas horas perdidas,
Tratando de explicarnos y
entendernos,
Tratando de convencernos.
Voluntad de carácter que
se rompe.
Lágrimas tatuadas
Por las líneas de la vida
Que se dejan caer,
Evocando imágenes con
sabor a sal,
Convertidas en ramo al
viento
Que no se quiere detener.
Y entre el antes y el
después
Aprendí a saber lo que
nadie sabía
¡Había dejado ser
su dueña!
24/02/2012
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