Modigliani

miércoles, 26 de marzo de 2014

Sabes bien


Entraste en mi fantasía sin pedir permiso,
Como los ciclones suelen hacer.
Ocupaste  por derecho propio el trono,
En el que la pasión se hizo ritual
Hasta convertir mi cuerpo en un templo.

Dónde Amor,
Dónde estabas en el fragor de la batalla,
Mientras me debatía entre la duda de fluir o reflexionar,
De situarme en el palco de los espectadores
O  estar en cada íntimo instante del milagro.

Tú dios terrenal,  imponente,
No permitías que me marchara, repetías y repetías:
*“Quiéreme, permíteme el exceso…”
“Quiéreme, aunque sea de verdad…,

¡Oh! Dios, que segura de mí estaba,
Que remanso sin sorpresas en la Nada.
Desconocida en el mundo de la pasión,
Asidua visitante en él de las mariposas,
No imaginaba que aspiraba a la totalidad de los espacios absolutos.

Ellas, juguetonas, curiosas,
Localizaron tu intención, antes que yo,
Y la vistieron
De anhelo de anarquía,
De cábala,
De desorden.
Y yo sin tener conciencia,

 Andaba entre soledades y conversaciones inconclusas,
Desconocía que era la llama misma,
La aventura,
La percepción del amor en la piel.

1 de febrero 2012
Memorias de Mujer, entretejidas

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