Modigliani

viernes, 28 de marzo de 2014

Señora,

Señora,
Esta mañana pasó junto a mí y ahora sé que los destinos son únicos. La encontré delante del Mercado Nuevo, mientras el sol era zarandeado por el viento, los gritos, multicolores, de los niños ponían la banda sonora y las conversaciones inconclusas, que sobrevolaban el espacio, la letra de una canción inacabada. ¡Aún!

Allí estaba totalmente atrapada por ese inconfundible olor a ácido de los viejos libros que la anciana librería guarda en su regazo y que la hizo detenerse, siguiendo su rastro certero. Aproveché, para rozar con mi nariz su cuello y robar su perfume y así se creó un juego mudo, una nota de violín sostenida, que nos unió.

Todos los gestos son flexibles y tienen su propia voz; la voz del  susurro que abarca el universo, lo que hizo que se estremeciera y me mirara: Una sola sonrisa, un largo beso y una noche infinita, era su promesa. Y es que el único futuro que nos queda es el presente, mi enigmática señora.

Espero volvernos a encontrar en cualquier esquina de la vida para quedarnos, los dos en ella. 24/03/2014

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