La luz junto con los enseres de limpieza han invadido literalmente
la casa. María, sonriente, se dedica en
cuerpo y alma a la interminable tarea de que todo quede impoluto. Esta mañana, precisamente,
hay un brillo de esperanza en sus ojos. Una llamada telefónica ha cambiado su
semblante.
‒Ponte guapa. Esta noche te
invito a cenar. Te quiero ‒suspira; por fin vuelve a ella‒.
Después de meses en que a la súplica “te necesito” la
respuesta era: “Lo siento, tengo mucho trabajo, intentaré llegar lo antes posible”.
Hoy, por fin, ha dado señales de vida.
‒ “Esta casa tiene muchos
gastos”. ‒Intentaba justificarse siempre, Jacinto‒.
– Pues la vendemos ‒sugería ella‒.
–
Quiero tenerte
como una reina. Eres lo más importante para mí.
El trapo para limpiar el polvo es su confidente; hoy es
día de referir ilusiones. Le cuenta qué vestido y zapatos se va a poner, cómo
se va a peinar, mientras trajina con ropa, cajones, muebles, cojines, que al igual
que sus pensamientos van recuperando color y lugar. Satisfecha se va a la ducha
que devuelve entre el vaho a una mujer feliz. Se viste, maquilla, ¡Uy! ¡Los pendientes!, ‒y le vienen a la mente aquellos que le regaló
un día de verano, en plena canícula‒. Lo hizo con voz nítida, segura, sin
apartar la vista de la suya: “Por favor”
‒le suplicó‒. Sus ojos fueron los que
preguntaron y a Jacinto no se le ocurrió otra cosa que decir: “Toma, es un asunto de vida o muerte”. Lo dijo de tal forma, tan payaso,
tan niño, que no pudo reprimir el impulso de besarlo. Y entre ellos se abrió
una puerta por donde cabía el mundo entero.
Rebusca en la caja fuerte, “¡qué tiempos!”-, en los joyeros, -“¡cómo
pasa el tiempo!”, en los cajones, “¡dónde
estarán!” No da con ellos. Nerviosa, insiste. Topa con el cajón de las
corbatas y un golpe seco hace que se fije en una cajita entreabierta que delata
unos preciosos pendientes, “¡Ahí están!”
Una nota los acompaña. “Sofía, te amo”. Tiene tiempo de
sentarse en el borde de la cama. Sofía, Sofía. Su mejor amiga.
‒ Mi amor, he llegado. ¿Estás preparada?
‒ Sí.
‒ ¿Qué ocurre? Estás pálida.
‒ Por
favor, cuéntame un cuento, uno que sea “fácil de entender”.
24/11/2014
Una maravilla de relato con un golpe de efecto que me ha llegado.
ResponderEliminarMuchas gracias, Tracy. Eres muy amable.
ResponderEliminar